25 febrero 1816 4 de julio 1864). Político, militar y patricio. Fruto de la unión matrimonial de Antonio Mella Álvarez y Francisca Castillo Álvarez, Ramón Matías Mella nació el 25 de febrero de 1816. No hay datos sobre los centros educacionales que frecuentó en las dos primeras décadas de su vida; pero lo cierto es que logró adquirir una instrucción amplia, que lo capacitó para muchos menesteres. En el 1836, se casó con María Josefa de Brea, que también pertenecía a una familia burguesa importante. Pero según expresa en el testamento que hizo el 5 de mayo de 1859, ni ella ni él llevaron bienes al matrimonio. Fue, pues, ya casado, cuando al parecer adquirió “propiedades, cortes, bienes, animales y demás derechos y acciones”. Una parte de lo recién mencionado llegó a sus manos por vía hereditaria, al morir su padre, en febrero de 1837.
A su clara inteligencia y admirable organización mental de lo cual dan testimonio los documentos que redactó unía un carácter intrépido, osado y valeroso, una rara intuición para la estrategia bélica, y dotes diplomáticas. En el 1835 fue nombrado “pre-posé” en San Cristóbal, lo que significa que quedó subordinado a un funcionario superior y que para entonces dominaba el francés.
No se sabe cuando conoció a Duarte. Pero fundada “La Trinitaria” y a medida que esta fue ganando prestigio por su lucha en pro de la independencia nacional, se adhirieron a ella, en calidad de “comunicados”, muchas figuras solidarizadas con sus propósitos. Entre estas se encontraron Francisco del Rosario Sánchez, Félix María del Monte y Ramón Matías Mella. El primero era un miembro de la clase media de inteligencia viva y con gran amor al estudió. El segundo era miembro de la aristocracia colonial, con dotes de escritor y poeta, a quien sus padres brindaron los medios para adquirir como en efecto sucedió una sólida formación literaria. En cuanto a Mella, sus ascendientes paternos inmediatos era personas de elevados recursos: poseían medios de producción y respondían a la mentalidad de la clase dominante, lo que los llevó a emigrar cuando se produjo la invasión de Toussaint Louverture.
Lo importante es que, luego de fundada “La Trinitaria”, Mella no demoró en incorporarse a ella y entregarse a sus propósitos, cada día con mayor entusiasmo. Es indudable que el maestro vio en él a un discípulo de condiciones excepcionales. Lo prueba el hecho de que, cuando se organizaba el movimiento de la Reforma y el trinitario Juan Nepomuceno Ravelo fracasara en las gestiones que Duarte le encomendara con el fin de llegar a un acuerdo con los dirigentes haitianos de dicho movimiento; el sustituto idóneo fue Mella, quien cabalmente cumplió las gestiones, alcanzando pleno éxito.
Más tarde, al producirse en Haití el triunfo del referido movimiento, Mella fue de los que, conjuntamente con Juan Isidro Pérez de la Paz, Francisco del Rosario Sánchez y Pedro Alejandrino Pina, dieron el grito “reformista” en la plaza del Carmen y lograron la capitulación del general Carrié. Pero para Duarte y sus discípulos “La Reforma” no era otra cosa sino que un paso previo para alcanzar la independencia. Se hacía, por tanto, imprescindible preparar los ánimos con este fin, lo que evidentemente obligaba a la movilización de los trinitarios por todo el territorio nacional. Duarte encomendó a Mella la realización de este trabajo en el Cibao, región hacia la cual partió este último en junio de 1843. Pocas semanas más tarde, el nuevo presidente haitiano, Charles Herard Ainé, se dirigió, acompañado de importantes fuerzas militares, a esta región, y al ser enterado de la labor propagandística que en ella realizaban Mella y otras personas solidarizadas con el ideario duartiano, hizo preso a aquél, así como a Rafael Servando y Rodríguez y al Pbro. Juan Puigvert, que fueron enviados a Puerto Príncipe. Se inició la persecución de los máximos representantes del movimiento independentista que se fraguaba. Duarte, Pérez de la Paz, Pina y Sánchez tuvieron que ocultarse. Los tres primeros pudieron emprender viaje al extranjero. Pero, víctima de una enfermedad, Sánchez se vio obligado a permanecer escondido y desde su refugio y con la colaboración de Vicente Celestino Duarte -hermano del maestro y apóstol y de otros compañeros que siguieron gozando de libertad, logró mantener viva la organización.
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